lunes, 19 de mayo de 2014

España: Toros, paella y telebasura

Hola chic@s.

Hoy vengo a hablaros sobre la televisión.

Si, porque creo que es importante hacerlo y son pocos los que lo hacen. Se habla mucho del uso del pc o del móvil, pero son muy pocos lo que se dedican a tratar sobre la televisión, y eso que es un elemento importante de nuestro día a día. Es raro que uno no tenga por lo menos un trasto de éstos en casa. Y aunque ha llegado a convertirse en un elemento crucial en nuestro entorno, también es un elemento destructivo.

Y digo destructivo en el sentido de que hemos terminando humanizando a lo que al final viene siendo una máquina. Parece que en nuestra jerarquía de valores estén: La familia, los amigos, la tele y la mascota, y a veces el orden de esos factores se altera, y a diferencia del teorema matemático, ésto si que altera el producto. Llegamos a casa para pelearnos por el control del mando de la tele, como si fuera la varita de sauco o algo así, para terminar viendo programas que al fin y al cabo son telebasura. Porque no nos engañemos, estamos en crisis, y lo que echan en la tele deja mucho que desear.

Pero es que encima, la programación es mala e incluso falsa y aún así lo aceptamos. Cuando es la hora de la siesta y me enchufo los documentales de animales, me gusta conciliar el sueño pensando en las vidas de los que montaron esos programas. Porque no son androides perfectos, ni un prototipo de persona aventurera. Son gente, normal y corriente, que quizás un día llegue a casa y les dé pereza tener que preparar el equipo para ir a grabar leones a la sabana al día siguiente, y se descuidan en casa alguna pieza crucial que les obliga a tener que montarse cualquier argucia para suplirla. Y me meto con los documentales porque creo que por el momento es lo más decente que están echando por televisión, éso y "En el aire".

Las series españolas son un truño. Sí, lo siento, ni "El Príncipe" ni hostias. Lo único que se tolera es "La Que Se Avecina" y porque, como es una serie de humor, el cutrismo es pasable. Pero bueno, que para ser lo que es, también le podrían reducir los capítulos un poco.

El trabajo que se realiza en éste país es bochornoso, desde los actores hasta los guiones que se realizan. Se apuesta por lo fácil,  por lo estúpido, hasta tal punto que a veces el hipnotismo que sufre el espectador no es suficiente como para que siga viendo esa basura. Y digo ésto pensando en series tan populares como "Física y Quimica" o "Los protegidos" u otras tantas series más que trataban de emular americanadas, fracasando estrepitosamente.

Pero bueno, si el desastre estuviera solo en las series españolas, podríamos respirar tranquilos. Pero no. Parece que la marca televisiva del país sea "el cutrismo". Sí, no nos engañemos, es lo que nos va. Mandamos al chiquilicuatre a Eurovisión, no me vengáis ahora con que somos unos hipsters, porque no. Porque éste es el país del "Sálvame", de "Mujeres, Hombres y Viceversa" y de otros tantos programas que se dedican a vender montajes que al fin y al cabo no aportan nada.

Este tipo de programas, siendo todo un gran montaje, requieren un tipo de gente que hacen que te plantees en qué tipo de país vivimos en el que somos capaces de humillarnos de tal forma por conseguir dinero o popularidad. ¿En qué momento dejamos de aborrecer el dinero para pasar a decir "Paz y amor y el plus pa'l salón"?

Tristemente, la televisión supone un retrato de nuestra sociedad, y aunque normalmente la realidad esté oculta bajo matices, sigue siendo desastrosamente horrenda. La tele saca el peor lado de todo el mundo, ya trabajes en ella como que seas un mero espectador.

Lo mejor que uno puede hacer es permanecer con la tele desenchufada, o perder el tiempo tratando de localizar algún canal en el que las noticias no sean tan subjetivas o viendo episodios repetidos de "Aída" que, hasta ahora, es de las mejores cosas que he visto en pantalla siendo españolas. Con sencillez han logrado que cualquiera pase un buen rato y que no le de vergüenza decir "Sí, yo miro Aída".

Hasta aquí hemos llegado.
Nos vemos la semana que viene.

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